Dicen las viejas piedras que tras marchar de Kaupang, Sigurdr el hijo de Sigmund, al que llamaban el de la mano de hierro, junto a Medb Ua Dragainn, la del cabello de fuego, Sailchuak Sigurdrfrosti, el filo y Uladh McDragainn, el del rostro azul, arrivaron a la costa de los saexen, en las Vestøyar, en la tierra que llaman Conuwalla. Y esto es lo que aconteció...
Al otro lado del lago, que ellos llaman Pendragon, se establecieron los lobos de Odinn, con el mar a su favor.
Poco tiempo tardaron, en entablar amistad , con aquella raza extraña, ajenos a su frialdad.
Grandes señores cristianos, férreas leyes impondran, celosos de su poder, aceptaron de mal grado a las gentes de Tyrhavn.
Las vida de honor y hermandad, bárbaras a sus ojos, hacían a los de Tyrhavn incomodos vecinos de los Dragones Rojos.
Y fue así, que unas veces con razón y las más de desconcierto, fueron muchas veces, del castillo despedidos sin acierto.
Mas no todos así pensaban y fueron algunos en Pendragon protectores, por ayudar a los norsemenn fueron llamados traidores.
Elric el albino, Isabeau la vastago, Sshil la hechicera y junto a Jukar el bardo, protestaron a los Dragones y se ganaron el odio de la fiera.
¡ Ya queman sus casas, ya embarcan en sus drakkars, sus velas se hinchan al viento ,que en el mar hacen ciento !
Tras muchos días de marcha, hacia el septentrión del orbe, llegaron a la Blanca Ultima Thule, 'El norte del norte'.
Más allá, mar y hielo.
Llegaron a la costa norte, en una arenosa bahía, y construyeron una ciudad, sobre el acantilado que al fiordo caía.
Abajo, el rio de Tyr, a su espalda nieves eternas, al otro lado el bosque oscuro y el mar, siempre el mar.
Con la luna helada, llegó el invierno y en aquellas tierras el frio casi era eterno.
Noches sin dia, nieve, hielo y ventisca. Mar helado hasta donde alcanza la vista.
Blanco yermo frio sin par, donde solo el viejo oso su pie atreve a hoyar.
De Thule los de Skjøldhusset, a sus puertas acudieron, sangre nueva requerian y su ayuda les pidieron.
Muchos de los más fuertes hombres, habían caído en los bosques y este invierno la innombrable, les llegaba hasta los postes.
Salidas de oscuras cuevas, negras y fétidas criaturas, desde hacia muchos años, eran su peor tortura.
Y acudieron los de Tyrhavn, a ayudar en esa guerra, a Erlendr hijo de Bjørn, Thane de la única casa que quedaba en esa tierra.
Tras la luna del roble y la del lobo, entre bruma el sol salió, negras noches de terror, y al llegar el día la plaga a su guarida huyó.
Con la luna de la tormenta, a bordo de un barco y en armiño enfundada, Ysthariel, condesa de Aavtr, de las islas Orkney recien llegaba.
Y llegó la luna casta, dejando ver el mar, que bajo un cielo aun plomizo, entre el hielo empezaba a azulear.
Empezaba a teñirse de verde, la otrora blanca alfombra, mientras de los negros abetos, caía la nieve a su sombra.
(La Saga continua...)
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